Cajita Fuerte – Sobre El ejército de los muertos y El ejército de los ladrones.

La opera prima de Zack Snyder fue una renovada versión de El amanecer de los muertos, la influyente película que George A. Romero proyectó a fines de la década del setenta. Quizá no sea una casualidad: en su producción imperará la cita y los artificios técnicos. Junto con Watchmen (2009), la cinta difundida en 2004 es lo mejor que el director llevó a las grandes salas. Su reciente apuesta, El ejército de los muertos, significa un retorno a la necrópolis que lo vio nacer.
En el mes de mayo Netflix estrenó con éxito el nuevo filme. Protagonizado por Dave Bautista, el relato se tomará su tiempo para presentar a cada uno de los miembros de un grupo de mercenarios. El desafío que deberán encarar es temible: robar la caja fuerte de un imponente casino. El argumento, hasta aquí, puede parecer similar al de tantas películas de atraco, un subgénero que entregó más de una joya, como Fuego contra fuego (1995), de Michael Mann. Pero Snyder decidió anexarle sus trucos: el casino se halla en una ciudad plagada de zombis. Y hay más, los zombis tienen diversas habilidades y son tan veloces como las secuencias de la película.
La pausada introducción de la tropa escondía un diamante en bruto: Ludwig Dieter (Matthias Schweighöfer), el cerrajero alemán, aportará toques de humor en la pesadilla que transitan, un bálsamo en las casi tres horas de la película. Se sabe, la velocidad no necesariamente expresa buen ritmo cinematográfico, pero El ejército de los muertos logra mantener su paso militar. En un año atestado de enormes estrenos fallidos, el tanque hollywoodense que maneja este Ejercito logra atinar algunas de las municiones que dispara, como un trasnochado jugador de Call of Duty.
El último filme dirigido por Zack Snyder, con elenco multinacional y zombis superdotados, no es su única producción de la temporada. Siguiendo la lógica serial de la industria audiovisual, la hazaña de la banda integrada por, entre otros, Ana de la Reguera y Ella Purnell, tendría una hermana menor. La precuela, titulada El ejército de los ladrones, no se hizo esperar, como si la trama demandara una propagación viral y descontrolada.
La película estrenada en octubre es más la biografía autorizada de un personaje que la precuela de la historia principal. En esta ocasión, hay más robos que infectados, más acumulación de chistes que comedia y más intenciones que otra cosa. Así, El ejército de los ladrones es una película innecesaria y oportunista, que ni el personaje más atractivo podría sostener.
Mientras en Estados Unidos los muertos vivos se apoderan de una ciudad, en Europa unos picaros pretenden encontrar y abrir las cajas de seguridad que un artesano creó para no ser penetradas por cualquier improvisado. Las arcas reforzadas serán el vínculo elemental entre los ejércitos. En el medio del choreo vuelve a aparecer el cerrajero Sebastian Schlencht-Wöhnert/Ludwig Dieter, reclutado por una desconocida (Nathalie Emmanuel) para dar el golpe. Pero no siempre un buen actor de reparto puede soportar todas las luces del espectáculo. Un ejemplo conocido: la serie Breaking Bad y su precuela, Better Call Saul, que el actor Bob Odenkirk sostiene con visibles esfuerzos. También hay que agregar, para ser justos, que el resto de los timadores que deambulan por el viejo continente no ayudan demasiado. Son unos ladris.
Algún cliente de la plataforma se sentirá estafado por esta película de ladrones. Si el título no hubiera sido promocionado como una precuela, pocos lo hubieran relacionado. Aunque el director de esta parte es el mismo Matthias Schweighöfer, el germano parece no entender qué hacer con su propio personaje. Se le fue de las manos, digamos.
El responsable de Ga’Hoole: La Leyenda de los Guardianes no había dejado la vara tan alta con sus criaturas encerradas en Las Vegas. Por su parte, la película presentada pocos meses después ensayó no repetir la fórmula inicial y murió en el intento. Sin embargo, dicen, pronto nuevas producciones entrarán en el edificio de la naciente franquicia. El ejército -especialmente el de los empresarios- no quiere dejar ninguna cajita fuerte sin abrir.