Mare matto (Engañapichanga 27)

 

para le donne

 

Escondida en lo oscuro como un animal carroñero,
como una espía que estudia
al enemigo, como un ladrón que espera
el momento justo,
como un terrorista
que mira de lejos
y hace sus planes de cuándo detonar.


Mariangela Gualtieri, Sermón a los cachorros de mi especie

 

 

No quiero escribir esto, desde ayer estoy dando vueltas, se lo tengo que contar, déjeme, y después trato de recuperar el hilo perdido. Tengo que aclarar algunas cosas, muchas veces me referí a lo que pasó hace quince años, hasta escribí una obra de teatro: El mar, il mare.

En el 2000 mis amigos de Verona y sus amigos viajaron a Cerdeña; el grupo era grande, más de veinte personas, muchos niños, viajaban en distintos autos; se instalaron en una playa solitaria, que son las que les gustan. Era un domingo borrascoso, pero al día siguiente amaneció radiante. Nadie del camping, los conocedores de la zona, les avisó de que luego de las tormentas se crean corrientes fuertes en ese mar plácido en la superficie, con olas bien formadas. Eran muchos en la playa, cada uno dedicado a sus cosas, a sus juegos. Viviana hacía palabras cruzadas con Walter, decidieron entrar al mar y llamaron a sus hijos, Michele hijo de Walter y Marcello de Viviana, los dos de menos de diez años, hace calor, llamémoslos, se divierten en el agua. Entraron, resbalando en el sinsentido: la corriente no los dejó volver. Desde la arena los vieron agitar los brazos pero creyeron que era un saludo, no se escuchaban los gritos. Después de mucho pelear, sin poder salir del remanso, de la resaca, Michele se dejó llevar por la corriente, que lo tiró lejos y lo dejó, vivo, sobre la arena; Viviana peleó por su hijo y enfrentaron la vuelta luchando contra la muerte y el agotamiento, por momentos quería dejarse ir, abandonarse, entregarse, era demasiado brutal, pero lo consiguieron, llegaron vivos a la orilla. Walter quedó atrapado, cuando lo rescataron no se pudo hacer nada, estuvo en coma unos días y murió. La esposa de Walter, Marta, no estaba con ellos, los iba a alcanzar días después, tenía que hacer cosas en Verona.

Esta muerte marcó la vida de todos, y hasta hoy sufrimos la pérdida. Caro amico ti scrivo così mi distraggo un po’, e siccome sei molto lontano più forte ti scriveró… En nosotros se clavó el absurdo, una escarapela de sangre, una banderilla. Yo viví esto desde muy lejos. A Viviana le costó años poder enfrentar lo que pasó, no podía poner palabras al horror y además sentía que ella lo había abandonado a Walter, que lo había dejado morir.

Pasó mucho tiempo… vio cómo es, la vida sigue, da vueltas y vueltas, nos reconstruimos, levantamos cabeza, caemos, nos levantamos, caemos, nos levantamos, caemos… Un hombre honesto no se queda tirado en el piso, se levanta, se sacude el polvo, salta por encimalevanta, sacode a poeira, dá volta por cima

El grupo más estrecho de mis amigas de Verona, seis, a las que nombramos como le donne, las mujeres, que forman una unidad casi indestructible, casi una familia, y más, compacta a pesar de las diferencias y de los alejamientos, a veces largos y tristes, decidieron ir unos días de vacaciones a fines del verano pasado a Toscana. Marta, Viviana, Adriana, Marinella, Marina, Luisa. No encuentro la foto en que se las ve desnudas, de espaldas, entrando al mar. Ya la encontraré.

Tienen una idea que espero concreten cuando vuelvan a Verona: una exposición abierta, una instalación sobre su amistad de tanto tiempo a lo largo de más de cuarenta años de historia italiana: el feminismo, el teatro, el compromiso político, los vaivenes sociales, la desesperanza, la familia, los hijos, etc. Mostrarán los regalos que se dedicaron con amor cuando cada una de ellas cumplió sesenta años, querían hacer un gesto colectivo, un acto, algo que quedara, que se inscribiera en la vida de la ciudad en nombre del amor y la amistad. Son regalos estupendos, construcciones elaboradísimas, difíciles de describir aquí. Será en otro momento.

El tiempo está lindo. Pasean, nadan, leen, cenan cosas ricas, se dan los gustos del verano: pescado, aceitunas, quesos, toman vinos blancos toscanos, Chianti; todavía no hablan de lo que las convoca, pero ya llegará, no hay apuro. Antes hablaban mucho de amor, amores, amantes, teatro, luego de algunos años hablaron mucho de los hijos, ahora hablan de los hijos y de la edad, de achaques, de enfermedades. La vita es así.

Es una playa de piedras. Hay nubes, el sol no agrede. Luisa jugaba con los guijarros, elegía algunos de esos negros con rayas blancas que parecen dibujados y les ponía títulos, encontró uno en forma de corazón con líneas que lo atravesaban entrecruzándose, y lo apoyó sobre su pubis, era una bella imagen, Viviana dijo que podría llamarse Recorridos del corazón, Percorsi del cuore, y sería un buen logo para la muestra que harían en Verona.

La playa es solitaria, no hay nadie a la vista, por eso desnudas pueden tomar sol y nubes. Adriana, Viviana y Marta están cerca del agua. Marta, la esposa de Walter, dice: Quiero refrescarme, entro al agua. Andá, dice Viviana. Viviana está atenta a Marta en el mar. La tiene d´occhio. En un momento le pregunta a Adriana: ¿Qué dijo Marta? Adriana está distraída, siente el placer del calor de los guijarros calientes bajo su cuerpo, no contesta.

–Viviana: Dijo aiutatemi, ayúdenme.

Marinella y Viviana corren al mar. Marta está atrapada en la corriente, cerca de la arena. Viviana piensa, antes de zambullirse: Esta vez voy a ir hasta el fin. Se lanzan, llegan hasta ella, Marinella se coloca frente a Marta, Viviana, desde atrás, la empuja hacia la orilla. La rescatan, no es tan difícil ni tan dramático como la otra vez, y al dejarse caer en la arena, a salvo, Marta dice: Me sentía confiada, no tuve miedo porque sabía que estabas atenta a mí. Están exhaustas, abrumadas. No dicen una sola palabra más, no hablan de lo que pasó. La repetición, el guiño del destino, resbalar en el sinsentido, como si hubiera un sentido, como si alguien trazara dibujos capicúa, simétricos, coincidentes, sobre el destino de los hombres y las mujeres desde un escondite y de vez en cuando hiciera detonar algo que no puede ser expresado en palabras de tan horrendo.

 

 

Lo que queda en la playa después de la resaca es lo que me tiene que alcanzar para la vida.

Viviana