Siempre es una red (Sobre literatura cordobesa y el documental Las Fuerzas Magnéticas)

A partir de la pregunta “¿existe una literatura cordobesa?” la serie documental Las fuerzas magnéticas —conducida por el escritor Guillermo Bawden y producida por GenTV— emprende un recorrido de entrevistas por actores del campo literario de la ciudad de Córdoba.

 

 

Partículas y particularidades

 

Cada una cierta porción de tiempo el interrogante sobre la existencia de una literatura cordobesa regresa. La pregunta, en principio, sólo importaría a los propios de un determinado lugar geográfico; pero en un país de “federalismo trucho” (Asís dixit) quizás no sea tan así, porque Córdoba —con su estigma de “ciudad segundona” (Cristal)— exhibe una serie de excepciones en el concentrado panorama de la literatura de Argentina, ya que no sólo tiene escritores —algo que podría decirse que existe en casi todos los lugares, sin importar su tamaño— sino también un vasto circuito de editoriales pequeñas, medianas y quizás grandes (según la perspectiva), junto a una serie de autores que, en términos de mercado, “la rompen”: de María Teresa Andruetto a Camila Sosa Villada, de Carlos Busqued a Luciano Lamberti, la producción local parece destacarse en el escenario nacional.

Bawden y Andruetto. Martín Cristal. El conductor junto a Flavio Lo Presti. Cuqui. Guillermo y Mariela Laudecina.

¿Existe una literatura cordobesa? La pregunta lleva implícita un mapa, un mapa geográfico provincial, que a su vez está dentro de un mapa más amplio, el de Argentina. Un mapa es ante todo una construcción política y artificial, es decir, una construcción ficcional. Podría decirse que un mapa es una ficción de probada eficacia, parafraseando al sociólogo Gill Wolf. Entonces una pregunta por un mapa es también una pregunta por el poder, o los poderes. ¿Cómo se hace un mapa? ¿Existe una literatura argentina? En caso de afirmarlo tendríamos otro problema: si se ensaya una respuesta rápida para ejemplificar esa literatura nacional los nombres que aparecerán primero —dados como naturalmente— serán de Buenos Aires. “Argentina es un país vertical”, dice Martín Cristal en la entrevista realizada por Guillermo Bawden.

 

Pero regresando: ¿Existe una literatura cordobesa? A no ser que la pregunta se la haga un especialista en historia de la literatura de Córdoba la respuesta tenderá a sondear las zonas personales y subjetivas de cada entrevistado. Al menos eso parece al ver Las fuerzas magnéticas. Cada entrevistado parte de su propia experiencia y habla desde sus vivencias personales; pero a partir del friso de voces que propone la serie se puede arribar a algunas premisas, e incluso al armado de una pequeñísima narrativa de la historia de la actual literatura de La Docta que, tal vez por el recorte generacional que propone la serie, será una historia desarrollada en el tiempo de la post-dictadura. Escuchando estas voces cuesta identificar comienzos algo más remotos, sea de los setentas y sesentas para atrás, así como del siglo XIX, aunque el nombre de la serie remita a Las fuerzas extrañas, la colección de cuentos publicada en 1906 por Leopoldo Lugones.

 

Militancia social y talleres literarios surgidos de 1983 en adelante, una Universidad enorme y activa, editoriales, ferias, lecturas de poesía y librerías especializadas que brindan espacio a la producción local, constituyen una escena que se viene armando desde hace décadas y que tuvo su “explosión” después de la crisis del 2001. Cuenta María Teresa Andruetto en uno de los capítulos: “La rueda echa a andar porque si hay editoriales hay más autores que pueden editar y más autores que quieren escribir, a su vez todo eso se articula con la cantidad de talleres literarios que hay en Córdoba, que empiezan después de la dictadura y que también generan un público lector de literatura cordobesa. La fuerza de la narrativa cordobesa de hoy, que es muy potente y muy mirada, tiene que ver con los emprendimientos editoriales surgidos hace veinte años, después de la crisis del 2001”.

María Teresa Andruetto. Bawden y Andruetto. Lo Presti, Laudecina y Bawden en el frente de La Librería. Carlos Schilling. Mariela Laudecina.

Andruetto coincide con otros entrevistados en señalar ese quiebre posterior al 2001, pero también en que había una historia gestándose desde antes, con editoriales pioneras como Alción, surgida en la década del ochenta, y Llanto de Mudo, creada a mediados de los noventa por Diego Cortés y Pablo Peisino: “No es que hay un lugar en el que existen escritores donde unos se destacan y otros no, es que hay un campo cultural en el que se articulan la construcción de lectores hecha a través de los talleres que empezaron en los años ochenta y siguen hasta el día de hoy, la generación de proyectos editoriales y nuevas escrituras. Siempre es una red, un entramado, y cada nueva generación viene a construir sobre lo que ya hay”.

 

Coincide con Andruetto el escritor Flavio Lo Presti que, ante las interrogantes del conductor de la serie, dice: “No soy un experto, pero lo que me pereció observar en un momento fue que se pueden identificar algunas cosas que habían ido pasando, en particular de los ochenta en adelante. Yo veía que había una serie de mujeres que habían hecho escuela, sobre todo en el cuento: Lilia Lardone, María Teresa Andruetto, que tienen sus hijos directos en algunos narradores que después transcendieron fronteras, como Federico Falco o Luciano Lamberti, tipos que han hecho sus talleres”. Para Lo Presti la existencia de una literatura vernácula no tiene que ver con algo ligado al paisaje, sino a lo que define como tallerismo y universidad, es decir zonas de la intelectualidad que luego se fueron fertilizando con la gente que vino de otras provincias y ciudades. Dentro de la movida universitaria destaca la revista El Banquete, creada en los años noventa por Andrés Dapuez, Silvio Mattoni, Fabián Mié, Gustavo Pablos y Carlos Schilling.

 

Para Carlos Schilling el mote “literatura cordobesa” es una etiqueta, una etiqueta que, en última instancia, sirve. Por su parte, tanto María Teresa Andruetto como Silvio Mattoni coinciden en que la tradición poética de Córdoba es más extensa que la narrativa, al respecto Mattoni cuenta: “Te podría decir lo que me pasaba a mí cuando empecé a escribir hace ya como 30 años, o quizás más. Yo tenía curiosidad por lo que se escribía alrededor, pero no se encontraba mucho, había muy poca narrativa en esa época, casi nada te diría —hablo de fines de los ochenta—. Había grupos de poetas de distintas generaciones, que eran muy cerrados en sí mismos. Me refiero a un tiempo en que no existía el mail, y los libros —sobre todo de poesía— que se editaban en otras ciudades eran difíciles de conseguir. Entonces lo que llamó mi atención no fueron tanto escritores sino intelectuales de Córdoba, intelectuales que escribían, como Oscar del Barco, que también escribía poesía y ensayos literarios, pero era más un filósofo; eso sí era algo que no existía en Buenos Aires, era algo propio de acá. Ligados a Oscar del Barco había una serie de escritores más de la literatura, más jóvenes que él, como Antonio Oviedo, que para mí es el narrador más relevante de esas generaciones, un tipo nacido en los años 40, y algunos poetas que escribían en la revista que tenía Antonio Oviedo que se llamaba Escrita: poetas cultos, un poco formalistas, tipo Daniel Vera, eso es lo que yo veía como literatura de Córdoba en ese tiempo.”

 

Estéticas diversas

 

Pero entonces, ¿existe una literatura cordobesa? El documental no busca una síntesis o una respuesta a su investigación, pero en las entrevistas se intuyen algunos consensos: sí, existe una literatura cordobesa: es la que se produce en Córdoba por quienes viven acá, aunque no necesariamente hayan nacido acá. Y en esa respuesta flota otra pregunta: los cordobeses que viven fuera de Córdoba o fuera del país ¿hacen una literatura cordobesa? De alguna manera sí. Sobre esto la escritora Flor López dice: “Nadie se preguntaría hoy si existe una literatura escrita en Capital Federal. Cuando pienso una literatura situada tiene más que ver con buscar geopolíticamente algún tipo de reivindicación”.

 

Otro consenso es que no existen una serie de elementos temáticos, estéticos, repetitivos y reconocibles que puedan generar una identidad definida y homogénea en lo que respecta a una literatura vernácula; por el contrario, prima la diversidad y la heterogeneidad en las producciones. En eso coinciden lxs escritores Mariela Laudecina y Martín Cristal, y también el editor Alejo Carbonell. Cristal dice al respecto: “El ambiente y la efervescencia construida desde hace veinte años con la aparición de las editoriales independientes hace válida la pregunta respecto de la existencia de una literatura cordobesa, ahora, rasgos fuertes, estéticos, temáticos que la identifiquen, es difícil de encontrar”. Laudecina dice: “Hay voces diversas, se escribe muy heterogéneo”, y cuenta que en sus talleres da por igual tanto autores locales así como de otras latitudes.

 

Por su parte Carbonell comenta: “En Córdoba hay mucha literatura y muy buena literatura, pero finalmente no hay una literatura de Córdoba que se distinga de las literaturas de otras provincias o de cualquier otro lugar del país, incluso en la literatura un poco más contemporánea no hay algo que la distinga de la de otros países cercanos, del Cono Sur por ejemplo. De la misma manera que, me parece, sí existe una particularidad: las estéticas que van apareciendo no necesariamente sepultan a lo que se hizo antes. Es decir que todo se va sedimentando y termina siendo positivo, porque de todos los palos tenés dos o tres que la rompen”.

 

Entre las menciones de los entrevistados aparecen repetidos algunos nombres, como Carlos Busqued y Jorge Baron Biza, sobre estos autores Carbonell agrega: “Para mí las novelas más importantes de los últimos años son Bajo este sol tremendo, escrita por un chaqueño, y El desierto y su semilla, escrita por alguien que nació en Buenos Aires”; y continúa: “Pero El desierto y su semilla no es la novela cordobesa, es en cuanto a lo importante, en cuanto a lo que pasó al rededor del libro, pero tampoco podría decir que hay una sola novela. ¿Cuál es la gran novela argentina? Yo para eso no tengo una respuesta.”

 

Quizás a partir del discurso que se arma en el documental se podría decir que no hay una literatura cordobesa pero sí una literatura de Córdoba, es decir que existe una potente producción que se hace desde acá, pero que no se ajusta necesariamente a características localistas que puedan definirla como “cordobesa”, no al menos en términos mayoritarios que incluyan una estética homogénea y determinada. ¿Será realmente así? No es posible afirmarlo, porque con otras fuentes se podría asegurar lo contrario. Lo único cierto es que en este campo cultural, en este entramado, en esta red, se manifiestan una serie de fuerzas en permanente movimiento y también en permanente tensión, que hacen que esa rueda de la que habla Andruetto nunca se detenga.

 

Las fuerzas magnéticas también propone una serie de recorridos por la universidad y el centro de la ciudad, del Sorocabana a Estación 27, pasando por las librerías Rubén Libros y El Espejo, mientras se escuchan las campanas de la catedral, pasan los autos por la avenida Colón y los habitantes caminan por las peatonales. En el documental puede verse la última entrevista a Mariela Laudecina. y también está dedicado a ella.

 

Lejos de cualquier reivindicación festiva, lxs distintxs entrevistadxs dan cuenta de la potencia existente en Córdoba en cuanto al campo literario, sin caer en el existimo que muchas veces solapa la precariedad en la que se desarrollan las actividades culturales en Argentina.

 

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Lxs entrevistadx:

María Teresa Andruetto, Carlos Schilling, Cuqui, Chacho Marzetti, Fernanda Pérez, Mariela Laudecina, Fernando López, Alejo Carbonell, Flor López, Emmanuel Rosso, Leandro Calle, Rubén Goldberg, Sebastián Maturano.

 

La serie Las Fuerzas Magnéticas cuenta con ocho capítulos que oscilan los quince minutos de duración cada uno y fue realizada en 2021. Puede verse por acá: