Tramas urbanas (31)
El poncho es tal vez la única prenda originaria de América del Sur que ha permanecido en el acervo cultural. Usado por gauchos e indios, servía a diferentes funciones gracias a su versatilidad: como vestimenta se usaba de diferentes maneras; como protección, en las noches cálidas servía como manta al suelo, en las frescas era útil como techo; como defensa, envolvía el brazo en los duelos a cuchillo, y también servía como sobrepuesto o encimera en la montura. Hacia 1840 desaparece el hilado artesanal del poncho por la introducción de los más baratos tejidos industriales de Inglaterra. La generación del 80 (que exterminó al indio, sedentarizó al gaucho e idealizó la tenencia de tierra autóctona para solaz de fin de semana) incorporó al poncho como prenda de lujo y señal aristocrática de pertenencia a la clase terrateniente. Después vendrían otros avatares y recorridos. Antes de morir, Alexander McQueen incorporó el poncho en una de sus colecciones de alta costura. Tantas circunstancias, idas y vueltas. El poncho siempre retorna. (Yrigoyen y Obispo Oro, mayo 2016)